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WALDO DE LOS RÍOS DEL ÉXITO AL OLVIDO

Waldo de los Ríos, la cantante Karina y el músico Tony Luz, durante la presentación de la canción “En un mundo nuevo”, en Eurovisión.

Miguel Fernández. Periodista español, ha publicado la biografía “Desafiando al olvido”, en la que se acerca a su vida y desgrana las luces y las sombras que rodearon a este genio de la musica.

No hay Navidad sin “El Tamborilero” de Raphael y no habría “El Tamborilero” de Raphael sin el argentino Waldo de los Ríos.

Su nombre, ahora cubierto por un manto a mitad de camino entre olvido y el desconocimiento, está detrás de “¿Por qué te vas?”, de Jeanette, y del famosísimo “Himno de la Alegría”, al que Miguel Ríos puso voz, entre otros temas. Pero aún permanece un poco olvidado.

El músico, compositor y arreglista Waldo de los Ríos, cosechó fama y dinero en las décadas de los sesenta y setenta.

Sin embargo, los bienes materiales no pudieron compensar la falta de libertad para vivir su sexualidad abiertamente, llenar ese vacío personal ni borrar los fantasmas que acabaron por consumirle.

A los 42 años, el 28 de marzo de 1977, Waldo de los Ríos se suicidó en su casa de Madrid, en España.

Miguel Fernández, periodista español, ha publicado recientemente una biografía llamada “Desafiando al olvido” (Rocaeditorial, 2020), en la que se acerca a su vida y desgrana las luces y las sombras que rodearon a Waldo de los Ríos.

Talento temprano. De los Ríos, cuyo verdadero nombre era Osvaldo Nicolás Ferraro, fue un niño prodigio. Con 13 años ya acompañaba al piano a su madre, la cantante argentina Martha de los Ríos, conocida como «La Calandria de América».

Su misión era que su hijo ocupase un lugar destacado en la música.

Su medio para conseguirlo fue una educación férrea, basada en la autoridad. Su lema era “solo los que se sacrifican consiguen el triunfo”.

“Martha de los Ríos aplicó la disciplina sin ningún tipo de miramiento o atenuante sobre su hijo. Y yo creo que era el producto también de una época rígida, dura, en la que el fin justificaba cualquier tipo de medio”, cuenta Fernández.

Pero puntualiza: “Cuando tuvo que actuar con mano dura, actuó. Pero también cuando tuvo que actuar con ternura, también lo hizo”.
La tragedia.

Lo tenía todo, dinero y fama. Su declive comenzó “precisamente porque lo tenía todo. En lo material.

Pero le faltaba sentirse feliz consigo mismo”. Estaba unido, en un matrimonio tormentoso, a la escritora y actriz uruguaya Isabel Pisano y se enfrentó, no sin dificultad, a tener que asumir una homosexualidad latente.

En aquella época, cuenta Fernández, la homosexualidad estaba perseguida por ley en España y todo ello jugó un papel importante en su descenso a los infiernos de la depresión.

El suicidio de Waldo en 1977, se convirtió en carne de cañón para la prensa más sensacionalista y protagonizó titulares que explotaban su “doble vida”. Cayó entonces en el olvido. No solo en España, sino en su propia Argentina natal.

Infancia
Su padre era un guitarrista, casado con otra mujer, que en alguna ocasión compartió tablas con Carlos Gardel. La ausencia de la figura paterna también marcó la infancia del pequeño Waldo.

En 1977
con una dictadura militar recién instaurada en Argentina, no vieron bien las informaciones que llegaban de España, sobre su “doble vida”, y su repatriación y entierro se llevaron a cabo con discreción.

EFE

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