Un grupo de investigadores de la Universidad de Kioto (Japón) realizó un estudio en el que pusieron de manifiesto que fumar y beber alcohol son factores clave en el incremento del riesgo de desarrollar cáncer de esófago, según publicó la revista Nature. El trabajo explica que las mutaciones cancerígenas se producen en células del esófago y que estas se acumulan con el tiempo. Factores de riesgo como beber alcohol y fumar provocan que se incremente el número de células mutadas y con ello la posibilidad de desarrollar cáncer de esófago. El líder de la investigación, Seishi Ogawa, y sus compañeros tomaron muestras de 139 pacientes, diagnosticados con ESCC -el tipo de cáncer de esófago más común entre las poblaciones asiáticas- y libres de cáncer. Los científicos se hicieron con tejidos de los pacientes para comprobar las mutaciones celulares. A su vez, se tomó nota del registro de alcohol y tabaco consumido por los implicados. Los autores señalaron que encontraron muchas muestras en las que las células estaban infectadas con mutaciones y que esas células podían aparecer durante la infancia. La cantidad de células afectadas aumenta con la edad, aunque los investigadores apuntaron que la mayoría de las células no terminan convirtiéndose en cáncer y que el riesgo de contraer la enfermedad es bajo. Sin embargo, consumir bebidas alcohólicas y fumar parece acelerar el proceso de mutación de las células, lo que provoca que el riesgo de desarrollar cáncer sea mayor. (Fuente: EFE)

La confusa letra de un médico hizo que una paciente acabara en el hospital con lesiones en un ojo.
El médico le había recetado un lubricante para ojos llamado VitA-POS, que se usa para tratar la sequedad y erosión corneal.
Pero cuando fue a la farmacia y entregó la receta escrita a mano, el personal le dio Vitaros, una crema para la disfunción eréctil.
Los hechos ocurrieron en Glasgow, la ciudad más grande de Escocia, según la edición de diciembre del BMJ Case Report, una herramienta educativa de la revista médica BMJ que recoge casos médicos.
Después de aplicárselo, la mujer sufrió dolor en el ojo, visión borrosa, rojez e inflamación en el párpado, por lo que tuvo que acudir a urgencias.

Esta receta de Estados Unidos hecha en 1995 es un ejemplo de error. Al paciente se le dio Plendil, un medicamento para la presión alta, en vez de Isordil, uno para el dolor de pecho; lo que provocó su muerte. (Foto: BMJ)
En el hospital, le administraron antibióticos tópicos, esteroides y lubricantes que ayudaron a que las lesiones sanaran unos días después.
El informe de BMJ Case Reports hace un llamamiento a que los médicos escriban las recetas con letras mayúsculas para evitar errores como este.
Nombres parecidos
“Los errores en las recetas son comunes y los medicamentos que tienen nombres y cajas parecidas aumentan el riesgo”, afirmó la autora del informe, Magdalena Edington, doctora del Instituto de Oftalmología de Tennent, en Glasgow.
“Sin embargo, en este caso es inusual que ningún individuo, incluyendo a la paciente, médico general y farmacéutico, haya cuestionado que una crema para la disfunción eréctil haya sido recetada a una paciente mujer que tenía instrucciones de aplicación para los ojos”.
“Creemos que este es un asunto importante del que informar para mejorar la concientización y fomentar que las recetas se hagan de forma segura”.

El informe recomienda que los nombres de medicamentos se escriban con letras mayúsculas y usando todos sus elementos, hasta los guiones. (Foto: Getty Images)
En Reino Unido, la mayoría de recetas se escriben en la computadora y se imprimen o, incluso, se envía una versión digital directamente a la farmacia que elija el paciente. Sin embargo, aún hay médicos que las hacen a mano.
Edington abogó por que los nombres de los medicamentos sean redactados con mayúsculas pero también incluyendo todos los elementos, como el guion en VitA-POS, por ejemplo.
Según un estudio hecho por varias universidades del país y dado a conocer el año pasado, hospitales, farmacéuticos, médicos generales y residencias en Reino Unido podrían estar cometiendo un total de 237 millones de errores en recetas cada año.
Es decir, uno de cada cinco medicamentos recetados.
Estos datos incluyen la entrega de medicina errónea, pero también la dosis incorrecta o el retraso en la administración del fármaco.
Según el estudio, la mayoría de estos casos no llegó a causar problemas, pero más de uno de cada cuatro podría haber provocado daños en los pacientes.
Fuente: BBC Mundo
Comentarios para este artículo