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Lula sale de la cárcel para testificar por corrupción

La imagen es familiar ya, de tanto que se ha visto en la televisión en los últimos años. La luz blanca, la pared a cuadros al fondo y, en primer plano, Lula da Silva en apuros. Es el ángulo que dan las cámaras de la Sede de la Justicia Federal del Estado de Paraná cada vez que el expresidente más popular de Brasil se sienta a responder ante el juez por sus acusaciones de corrupción. Pero al repetirse esta tarde, tras los cruciales testimonios que Lula dio en mayo y septiembre de 2017, nada es ya lo mismo.

Lula está más delgado, seco e irritable: viene de la cárcel en la que entró por aquellas acusaciones. La primera vez, de hecho, que pone un pie fuera de la comisaría donde está encerrado (ya testificó desde ella el pasado junio). Y quien le pregunta ya no es el juez Sérgio Moro, su famoso rival, sino la sustituta de este, Gabriela Hardt. Moro ha colgado la toga para ser ministro de Justicia del nuevo Gobierno del presidente electo, Jair Bolsonaro. “Me siento que fui un trofeo de la investigación [de Moro] de Lava Jato”, gruñó el expresidente durante su declaración.

Era la primera vez que Lula estaba ante unas cámaras desde abril y se esperaba que aprovechase alguna respuesta para soltar algún comentario político. Y en un momento dado parecía estar criticando la gestión de Moro del Lava Jato: “No sé si voy a vivir lo suficiente para que se sepa la verdad porque a los 73 años la naturaleza es implacable.

Fuente: EFE

Por: Victor Diaz

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