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El día soñado de Cristiano y la reedición ante el Stade Reims

La mejor defensa de Europa, la italiana, se caería en la final

El 3 de junio es fecha de celebración para el madridismo, a cuya memoria regresan las conquistas de dos Copas de Europa, la cuarta, en el segundo capítulo de la final ante el Stade Reims; y la duodécima con exhibición de poderío frente al Juventus, de un Real Madrid que convertía en leyenda una generación liderada por Cristiano Ronaldo.

Ni la tierra del estadio Inonu de Estambul, ni la resistencia del Wienner, ni la pujanza del Atlético de Madrid impidieron que por primera vez en la historia se repitiera una final de la Copa de Europa.

El Real Madrid, rey de la competición, y el Stade Reims, su primera víctima en la lucha por el título, volvieron a verse las caras en pos de la corona hace 61 años, el 3 de junio de 1959. Esta vez el escenario fue el Neckarstadion de Stuttgart.

Si en la edición inicial del máximo torneo continental el conjunto madridista se llevó el cetro por 4-3, esta vez lo consiguió con un 2-0, sin gran brillantez pero la solvencia de su superioridad para confirmar su hegemonía y hasta tiranía. No pudieron los galos, liderados en esta oportunidad por Just Fontaine, tomarse la revancha. Enrique Mateos no les dio opción alguna al abrir el partido con un tanto en los primeros compases.

Luego incluso tuvo un penalti para ampliar el marcador pero se lo detuvo Dominique Colonna e incluso Raymond Kopa se tuvo que retirar lesionado tras una dura entrada de Jean Vincent. Alfredo di Stéfano, uno de los destacados junto a José Emilio Santamaría y Paco Gento, selló el resultado definitivo al inicio del segundo periodo.

El Real Madrid, rey de la competición, y el Stade Reims, su primera víctima en la lucha por el título
Luis Carniglia alineó a Domínguez, Marquitos, Santamaría, Zárraga, Santisteban, Ruiz, Mateos, Kopa, Rial, Di Stéfano y Gento. Puskas, el héroe de la semifinal, lesionado, fue el gran ausente. El Real Madrid, pese a su inferioridad durante 53 minutos por la lesión de Kopa, creyó mucho más. «Sois cojonudos», dijo después Santiago Bernabéu a sus jugadores en el vestuario tras la conquista de la cuarta. No hubo revancha. La racha blanca continuaba.

58 años separaron ambas conquistas. De la cuarta a la duodécima. Del liderazgo de Di Stéfano al de Cristiano Ronaldo. El portugués firmó la mejor de sus finales de Liga de Campeones el 3 de junio de 2017. La fecha pasaba a ser histórica porque el Real Madrid se convertía en el primer club que reeditaba título desde el cambio de nomenclatura de la competición más prestigiosa del mundo a nivel de clubes.

En el Millennium Stadium de Cardiff se engrandeció la leyenda del rey de Europa ante el poderoso club italiano. Un equipo que quería bajar del trono al Real Madrid con la leyenda Buffon en su portería, el poderío defensivo que destrozó Ronaldo de Bonucci y Chiellini, más la calidad de jugadores como Pjanic, Dani Alves, Dybala, Mandzukic o la deseada ‘vendetta’ de Gonzalo Higuaín.

Pero no hubo opciones en el césped pese a la exigencia que impuso el Juventus en un duelo de estilos que se sostuvo solo el primer acto, cuando intervenía Keylor Navas para el Real Madrid. La mejor defensa de Europa, la italiana, se caería en la final. A los veinte minutos recibía el primer golpe con un latigazo de derecha ajustado de Cristiano que le convertía en el primer jugador que marcaba en tres finales. Siempre fiel a su cita con la historia.

Solo un golazo de tijera de Mandzukic mantuvo la emoción hasta una exhibición madridista en el segundo acto. Con Modric e Isco imponiendo su criterio con el balón y la figura dominante de Casemiro añadiendo gol a su repertorio en el centro del campo. Desde 30 metros chutó y se alió con la fortuna en un disparo que desvió un rival a la hora de partido. En tres minutos se acabó la final. Cristiano mostraba su olfato goleador con el doblete y en pleno éxtasis aún hubo tiempo para que Marco Asensio cerrase la goleada (4-1).

Por «EFE»

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