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Detrás de los números fríos de los feminicidios hay familias con corazones rostros

Cada año matan 102 mujeres en nuestro país, en lo que van del año se suman 70 mujeres caídas a mano de sus esposos por motivos pasionales todos. Son números fríos, pero detrás de esos números hay corazones rotos, familias descompletas y niños que no volverán hacer niños.

Lo pasional juega un papel fundamental en cada mujer llevada a la tumba por su pareja y en algunos casos ex pareja, no entender a tiempo cuando una relación termino es el detonante de estas agresiones por parte de individuos con personalidades psicópatas.

Pero detrás de la muerte en ocasione de ambos, es fundamental pensar en la repercusión del hecho en quienes quedan con la pena (hijos, madres, padres y familia en general) y el daño psicológico que pudiera causar la pérdida de un ser querido a destiempo.

En el caso de los hijos entendemos es mayor el trauma y las secuelas que causa perder el núcleo familiar por un feminicidio, la sociedad no ha puesto atención en esto y aunque si ha puesto empeño en controlar los asesinatos de mujeres a mano de su pareja con diferentes campañas, no existe un programa de ningún tipo que brinde la atención psicológica adecuada a esos menores luego de ser victimas secundarias de los feminicidios.

Las diferentes historias que son contada por 102 familias cada año de como vieron partir a un ser querido, deja una huella desgarradora en el alma al escuchar el dolor y el clamor por parte de los adolescentes que no tuvieron el placer de conocer a su madre porque eran niños al momento de su muerte, y las expresiones de impotencia por parte de madres y padres por no brindar tal vez el apoyo que su hija necesitaba en el momento.

¿Nos preguntamos, si los niños huérfanos de los feminicidios son propicios a causar daño de igual forma como les fueron causados? ¿Si alguna vez se recuperan mentalmente de lo sucedido? ¿Si las familias pueden llegar a tener una vida normal luego de perder un familiar en un feminicidio?, entendemos las autoridades debieran hacerse las mismas preguntas.

Aplaudimos las diferentes campañas en contra de esta epidemia que invade nuestra sociedad cada año, pero a la vez exigimos más esfuerzo por parte de las autoridades y el fortalecimiento de políticas publicas a favor de las víctimas secundarias que son las familias que tienen que cargar con el dolor, más el peso emocional y psicológico.

Pero sobre todo prestar atención a los niños que pudieran convertirse en futuras replicas del dolor vivido, por falta de apoyo profesional en el momento debido.

Proteger a las víctimas es un trabajo igual de importante que evitar que haya víctimas, pero mientras llegan una solución se tiene que pensar en brinda el apoyo a 102 familias anuales, 70 en lo que va de año sin la intención de contar una más. 

 

Por: Victor Diaz

 

 

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